miércoles, 26 de agosto de 2009

EL FÚTBOL HIERVE EN TIERRA GUARANÍ

Sorprendió una semana antes empatándole a Huracán en Parque de los Patricios. Ahora le ganó a Independiente como local...
Se estremece la tierra colorada. La pelota ya está en el arco y Arce, el correntino goleador, busca los brazos de Villareal. El gol del triunfo de Guaraní antes los rojos.

Posadas está hirviendo. La tempratura comenzó a subir el miércoles, cuando se agotaron las plateas, cuando los directivos de Guaraní Antonio Franco resolvieron vender sólo cuatro entradas, como máximo, por persona ("Lo lamentamos muchisimo por la gente del interior, porque muchos se hicieron más de 300 kilómetros y cuando llegaron se encontraron con esta novedad, pero la reventa ya se olfateaba y la quisimos cortar"). Subío, siguío subiendo junto al voltaje que siempre contagia el carnaval en tierra guaraní. Y se hizo rojo el sábado por la noche confundiéndose la expectativa del fútbol, la lluvia de preguntas por los ídolos que ya son viejos conocidos y por los nuevos que aparecen con grandes perfiles. Los recuerdos de una foto posando en la puerta del hotel Continental, la gratitud por el autógrafo que se estampa en una libreta de apuntes o en una lámina poster de algún Independiente campeón, esa vieja familiaridad con las hazañas que se le reconoce en todo el país. Un quiebre, dos, mil, niñas bailan mientras las cornetas suenan y los tamborines no cesan. En el centro de Posadas, mientras la noche se hace larga, el calor no baja, la humedad se hace más y más pegajosa. Los jugadores de Independiente no pueden descansar a la hora que su cuerpo técnico lo dispuso, pero no se molestan. Están destendidos. Se sienten estimulados, además, por el recibimiento, por la acogida, por las atenciones, por la sencillez de la gente. Muchos, por sentirse como ellos. Por ver que aquí, a más de mil kilómetros de Buenos Aires, pegadito a Paraguay, ese idioma del fútbol que ellos siempre interpretan, en Avellaneda o en Tokio, tiene adherentes por todos lados. Y se sienten bien. Es que se respira un agradable clima de fútbol, el ingrediente que están acostumbrados a elaborar. En que el estan muy cómodos.
Un chico pelirrojo, de 20 años, Claudio, es hincha de Independiente, de Bochini, tiene un gran mural en sus manos. Son las once de la mañana del domingo y nos dice que se levanto a las ocho y media, que no podía dormir de los nervios, que quería hacerlo firmar por todos los muchachos. Salvador "Cacho" Simsolo está enrolado en la llamada generación intermedia, es publicitario, presidente de la Subcomisión de Fútbol de Independiente de Posadas, un club que está en la "B" pero ha crecido institucionalmente en un par de años: "Llevo a Independiente en la sangre, mi padre fue fundador, acá siempre hicimos grandes festejos cada vez que Independiente alcanzó un titulo. Y fueron muchos... La gente se llega estas cenas desde todos los pueblos, como va suceder esta tarde en la cancha, desde Oberá, Apóstoles, Puerto Rico, San Ignacio, hasta de Bernardo de Irigoyen, también desde Corrientes. Imaginense, mi padre no sé cuántos años hace que no viene a la cancha, no está bien de salud, pero hemos conseguido un sillón especial y esta tarde lo podrá ver a Independiente. Ese gusto, se lo tiene que dar. "
Es mediodía y Posadas hierve. Cuando se intenta ir un centímetro más allá de la sombra, se sienten las ganas que el sol tiene de derretir lo que encuentra a su paso. Alguien dice que ya estamos en los 35grados. Faltan cinco horas y media para empezar el partido, los vendedores de gaseosas y choripanes ya se instalaron y venden. Las boleterías de gerenales ya se habilitaron, hay larguísimas colas. Los autos con chapa del Interior se encoluman por los alrededores. También se vende chipá, la torta regional hecha al horno de almidón de la mandioca y queso. Un auto con chapa de Corrientes se detiene. Lo conduce el presidente de la Liga de Mercedes, Raúl Antonio Simón, cuyo representante (Apinta) luchó la clasificación con Guaraní. Lo acompaña "Gumer" Gadea, técnico precisamente de Apinta: "Salimos a las seis de la mañana de Mercedes para ver a Independiente, recién llegamos..."
Cacho Simsolo nos sorprende: "Independiente es mi vida, pero hoy juega Misiones, la provincia, y todos somos..." Y hace el ademán de la franja que le curza el pecho en diagonal. Misiones lucha por una plaza fija en el Nacional, se asegura que es un mercado futbolístico potencialmente muy fuerte, que se construirá un estadio , pero éste de Guaraní ya alberga casi diez mil personas con comoidad, que la población en diez años se ha duplicado, que la conclusión del puente que lo unirá con Encarnación aumentará las posibilidades, que hay una interesante integración, que Guaraní ha trabajado mucho y seriamente desde 1977 y que ahora está dando sus frutos, con su cuarta participación en el Nacional. Guaraní es fútbol. Es Misiones. Es la gran convocatoria de la tierra guaraní. Pancho Sá es su conductor y ha consentrado el plantel muy lejos del ruido, en las afueras, hasta donde no llega el delirio del carnaval, adonde todo este fervor no alcanza. La cabeza de Pancho Sá esta toda puesta en el partido; la de los jugadores, también.
Guaraní se concentró.
Y así, jugó los noventa minutos. Sin dar un cachito así de ventajas, marcando y molestando en la salida, aliviando a los de atrás con la movilidad con los adelante, con un muy buen trabajo colectivo frente a un equipo que sabía que era superior, que disponía de las mejores individualidades, que nadie puede discutir.
Contó, además, con ese tremendo aliado que significa -con un planteo de esa naturaleza- ponerse en ventaja a los cuatro minutos, cuando el pibe Ferreyra le quitó una pelota sobre el lateral izquierdo a Reinoso, que quiso pasar y no pudo enseguida se la entregó a Lavaroni y éste con la cabeza levantada, le dio muy fuerte cruzándola a la derecha para la entrada de Arce, que le gana a Enrique sobre su pierna derecha, cubre bien con el cuerpo, espera la salida de Goyén y le pega muy fuerte y abajo.
Uno a cero al comienzo. Inmediatamente, Marangoni sale del fondo, una zona en la que se había establecido, a no más de cinco metros de Wiktor, para ser salida y pivote. Se adelanta, todos se van arriba, todos corren un poco más, bastante. Se va Trossero, que nunca quiere perder. También Enrique que se muerde en una mueca de rabia. Crece y desaparece Percudani, que también se pierde un par de goles. Y Giusti, que se va hasta el fondo y remata aunque esté tapado. Pero es Independiente. Su fútbol, con todas las luces. Hay hasta aplausos, los que está acostumbrado a despertar en todas las canchas. No merece estar perdiendo. Llega mucho y bien. Se va Tesare por tomar la camiseta, porque estaba amonestado. Baja Lavaroni y se pierde inteligencia y fuerza en el medio de Guaraní. Al pibe Ferreyra parece faltarle salud para debatirse en desigualdad numérica. Nascimiento es la dosis de tranquilidad haciendo la pausa con su zurda sobre el lateral derecho, trotando, metiendo, sirviendo metiendo pelotazos medidos para los de arriba, para Arce, para Villarreal, poniendo el alerta rojo a la línea de cuatro de Independiente.
Se va victorioso Guaraní a los vestuarios con fiesta en las tribunas, con cohetes que estallan, bandas que suenan, chorros de agua de los bomberos que intentan paliar la canícula. Hay sonrisas y aliento.
Posadas en alegre estado de ebullición.
Aunque falte medio tiempo, una vida...
Segundo tiempo. Independiente ya no es el mismo, tiene menos prolijidad, más urgencias, imprecisiones, se va desnaturalizando. Guaraní aguanta, mantiene la mente fría. Igual, los rojos están siempre encima, pero con menos claridad. Y, de vez en cuando, el fantasma del contraataque misionero que está al acecho. El gol rojo no llega. Se va Trossero expulsado por protestar, iguales en número. Una inyección de fuerza nace en lo alto, en el griterío infernal que estalla sobre la tierra colorada, pasa por los poros de Guaraní, estimula a seguir, a pelear, a creer que esa música y ese rito tablonero tienen que proyectarse en triunfo. Faltan veinte minutos y el aliento es ganador, de festejos, de celebración.
Este Guaraní que dirige Pancho Sá, ya es ganador. "Ahora le vamos a jugar al Liverpool", me dice un eufórico plateista.
Tiene la sangre caliente que bulle en las venas guaraníes, ese temperamento febril, más el orden, la concentración que le ha dado una mano se posa sobre la raya de cal. Además, en la tarde de domingo, una cuota de suerte fue su aliada en los cuarenta y cinco iniciales. Nos gustó la inteligencia de Lavaroni y su batallar sin pausa. La lucidez que se prolonga en el toque zurdo de Nascimiento.
La fineza, los movimientos relajados del número diez Ferreyra, aunque aparezca como demasiado liviano. La solvencia para marcar y salir jugando de Briñócoli en el lateral derecho. Y más, bastante más en función de equipo, en función del esfuerzo generoso de todos.
Creo que ese que está en el aire, con la camiseta blanca al viento es Pancho Sa.
El que se cae revolcado en el piso es Lavaroni. La banda está en la calle, hay música, borrachera de fútbol, el carnaval le cedió toda su magia. Cayó Independiente en Posadas y jugó bien.
La explicación hay que encontrarla en esa banda. La que cruza roja sobre el pecho blanco de Guaraní.


Fuente: Revista El Gráfico, Edición Nº 3412 - Enrique Patrono. Fotos: Jorge Salto (Enviados especiales a Posadas, Misiones).



En estos días, subo las fotos restantes.

2 comentarios:

  1. Buen hallazgo campeon ... hay que volver a esos grndes momentos de gloria y demostrar xq franja es el gigante misionero ! Negro L

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  2. Muchas Gracias por este recuerdo, leyendo, se arremolinan los recuerdos de cada partido vivido en Villa Sarita y quien sabe cuantos estadios del pais recorridos junto a mi querido equipo el Guaraní Antonio Franco de Posadas, el sin duda más Grande de todos los tiempos.!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    Infinítamente Gracias!!!!!!!!!!!!!

    Pablo J. Garay

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